miércoles, 14 de marzo de 2012

Anesthesya


La mayoría de las personas tienen recorriendo sus venas un liquido de color rojo oscuro: sangre. Pero ella, Anesthesya, no. Por sus venas corren notas musicales y palabras en busca de una pluma de imaginación para crear magia. Toda ella es arte, sentimiento. Es etérea como su magia. Infinita. Es la musa que todo artista desearía tener. Dulce pero salvaje; pura pero grabada a fuego lento en su piel la marca de la lujuria. Libre como un ave en plena primavera. Y a lo mejor justamente por eso es tan deseada; por no ser nunca de nadie más que de ella misma  y del viento.

lunes, 12 de marzo de 2012

Realidad


Estaba en la cama, con el portátil en su regazo, una bolsa de patatas fritas demasiado saladas a su lado, de donde cogía de vez en cuando una patata y se la llevaba a la boca. No le gustaban, nunca le habían gustado las papas tan solo con sal, pero habían sobrado de la fiesta del sábado noche y ella no era de las de tirar la comida tan solo porque prefería las papas campesinas que las con sal. De fondo se escuchaba una canción de un blog cualquiera que tenía abierto, con la intención de leer la última entrada que en él se publicó. La página de Word estaba abierta a esperas de que ella escribiese algo, cualquier cosa decente. Su imaginación estaba en huelga general y no quería que su musa la volviese a visitar, no por ahora. Algo frustrante para la joven castaña de ojos color del mar que quería escribir y sumergirse en las palabras que de sus dedos salían o al menos deberían salir. Pero no había manera. Aunque después de insistir y de exprimirse los sesos algo salió, algo que en verdad era tan solo la narración de su situación actual pero era mejor que nada, pensó ella. Al menos las palabras habían fluido, por muy poco literario que había sido el resultado y por muy poco original.
Suspiró y miró por la ventana que quedaba a su izquierda y desde la cual tan solo podía observarse edificios y unos rayos de sol que le acariciaban el rostro. Vio un pájaro comenzar su vuelo desde el tejado de uno de los edificios y pensó que ese ave era como su imaginación: a veces se iba para disfrutar de su libertad, respirando aire puro y visitando nuevos lugares, pero que al final, acabaría volviendo a su sitio y que entonces el encuentro sería como un castillo de fuegos a medianoche. 

viernes, 2 de marzo de 2012

De paso


Tumbada en su cama, bocarriba, observando el techo de su pequeña habitación y observando como la luz de las farolas van formando extrañas figuras en él, vive ella. Sí, tan solo vive. Tan solo está de paso en este mundo porque no tiene nada por lo que luchar, no tiene a nadie por quien suspirar. Ya no. Y ahora dedica su tiempo a hacer las cosas como si de un robot se tratase, sin ponerle ningún sentimiento a ello pero básicamente porque no hay ningún sentimiento en su interior. Ni siquiera sonríe cuando ve el sol brillar en todo su esplendor, o cuando el hijo del jardinero le regala una flor para sacarle un suspiro. No sabe porque está así, tan vacía, cuando antes sonreía incluso al ver las nubes recorrer el cielo en un misterioso viaje sin destino alguno. De repente un día se despertó y no vio la luna en el cielo, ni un alma en las calles y un silencio espeluznante mostraba su superioridad ante todo lo demás. Desde ese instante no volvió a ser ella misma. Nadie sabe que pasó por su cabeza o por su subconsciente para que se alejase de todo lo bello de la vida y se encerrase en una cárcel construida por ella misma, era un misterio. Uno de esos misterios que ni siquiera el mismísimo Sherlock Holmes sería capaz de resolver. Pero quien sabe, igual que despertó ese día y todo cambió para ella, igual puede despertarse otro día y ver el sol brillar, los pasos ajetreados de las personas en la calle y el ruido de voces y risas inundándolo todo. Porque la vida es así de sorprendente y la esperanza es lo último que muere. O al menos, eso dicen.