Soñábamos con utopías bajo el sol
granaíno, a
la merced del viento, amparados por la tímida sombra de un árbol.
Nos encontrábamos en el mirador de San Nicolás, observando
ciegamente el antiguo palacio nazarí, susurrando sueños, delicias
libertarias que en el pasado fueron nuestras amigas y amantes y con
las que creímos que algún día nos casaríamos. Pero fuimos unos
ingenuos al pensar que nuestra lucha serviría para derrocar esos
tiempos sombríos en los cuales vivíamos, para derrocar esas ideas
lúgubres que recorrían las calles de los pueblos, de las ciudades.
Fuimos inocentes por creer que el amor podría con la avaricia y el
egoísmo. Tontos fuimos, amigo, por creer que podríamos acabar con
el dolor, con la miseria, con esa tenebrosa idiotez tan solo con la
palabra, pero nuestro momento ya pasó y ahora tan solo podemos
sentarnos y hablar, soñar con utopías bajo el sol de nuestra
querida Granada, y pensar que otros, más listos que nosotros, más
enérgicos, seguirán esa lucha utópica en pos de un mundo mejor,
más humilde, más solidario y en donde el amor, indiferentemente de
su sexo, género, clase y color, sea lo que guíe a las personas, en
vez del interés propio, de las ansias de poder. Allí, observando el
paisaje nazarí, con guitarras sonando de fondo y voces mezclándose
y perdiéndose en el aire, nos sonreímos, querido viejo, con
lágrimas de melancolía en los ojos, y con nuestros corazones
tatuados a base de agujas de guerra, y nos despedimos con un hasta
pronto.
PD: Este es el microrrelato que presenté para el concurso de la Librería de Deusto. Mi primera participación en un concurso :)
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